El Trastorno del Espectro Autista (TEA) afecta el desarrollo cerebral temprano, comenzando desde el útero y haciéndose más evidente a medida que los niños crecen. Se caracteriza por dificultades en la comunicación, la interacción social y la conducta, manifestándose antes de los tres años y de manera única en cada persona.
El TEA afecta aproximadamente a 1 de cada 100 personas, siendo más común en varones que en mujeres. Detectarlo temprano es crucial, ya que cuanto antes se identifique, mayores son las posibilidades de mejorar su evolución y pronóstico. Esto se debe a la “neuroplasticidad”, la capacidad del cerebro de aprender y adaptarse, que es mayor en los niños pequeños.
Señales de alerta a los 18 meses incluyen dificultades para mantener contacto visual, falta de interés en la comunicación, ausencia de respuesta a estímulos externos y comportamientos repetitivos.
No hay una única causa para el TEA, se presume una combinación de predisposición genética y factores ambientales. El tratamiento implica intervenciones dirigidas a mejorar áreas desafiantes, aprovechando las fortalezas individuales. Se requiere la participación de disciplinas como fonoaudiología, psicología, terapia ocupacional y psicopedagogía, además del apoyo de la familia.
Algunos niños con TEA pueden requerir educación especial y beneficiarse de la presencia de un acompañante en el aula. Es importante tratar cualquier problema médico asociado. Actualmente, existen organizaciones sin fines de lucro y redes de apoyo familiar para brindar ayuda y orientación en el cuidado y los derechos de los niños con TEA.